Estela Lalanne de Servente

La terminología: representación y transferencia del conocimiento especializado Estela Lalanne de Servente
Colegio de Traductores Públicos de la ciudad de Buenos Aires (Argentina)

Introducción

Presente y futuro de la lengua española: unidad en la diversidad. Este lema, junto con el título de este panel en el que tengo el honor de participar, Hacia la unidad terminológica del español, nos invita a abordar, entre otros, el tema de que, al ser el español una lengua de comunicación universal presente en todos los campos especializados, surge la necesidad de apuntar, siempre que sea posible, a lograr una unidad de la terminología científica que contribuya a la expansión no solo cuantitativa, sino también cualitativa de la lengua.

Es por eso importante crear una conciencia entre los científicos hispanohablantes acerca de la existencia de diferentes disciplinas y herramientas que se pueden utilizar en los múltiples campos de especialidad para lograr una comunicación precisa, clara y eficaz, sin necesidad de recurrir a las lenguas internacionales y sin despreciar, por supuesto, la enorme colaboración que ellas brindan y han brindado durante muchísimos años al desarrollo de todas las ciencias, colaboración sin la cual la ciencia y la tecnología no podrían haber evolucionado del modo en que lo hicieron.

Es así que, desde mi experiencia profesional como terminóloga y como traductora, decidí hacer un humilde aporte personal a este tema, que es uno de los tantos que nos convocan y que considero de suma importancia para lograr que el español sea no solo una lengua de comunicación universal, sino también una lengua de consenso y diálogo entre los diferentes países hispanohablantes y dentro de cada uno de ellos.

Contribución de la terminología

Los múltiples campos de especialidad que surgen y evolucionan como consecuencia del continuo desarrollo de nuevas tecnologías y del crecimiento permanente y acelerado del conocimiento generan infinidad de temáticas que es necesario investigar, describir, representar y transmitir a través de aplicaciones adecuadas y por medio de lenguajes de especialidad que utilicen sistemas terminológicos reales y particulares cada vez más complejos.

La terminología, como ámbito de investigación básica y aplicada, facilita la comprensión de los términos que se emplean en la comunicación especializada en campos tan diversos como la investigación científica, la investigación académica, la traducción, la docencia destinada a transmitir conocimientos dentro de las diferentes ciencias y tecnologías que van evolucionando y surgiendo con el correr del tiempo. La terminología resalta la importancia que tiene en cada situación particular de comunicación utilizar el término adecuado, expresar claramente su contenido y poder establecer las distintas relaciones que ese término mantiene con los demás términos propios del campo que se está investigando.

El nuevo modelo de la teoría de la terminología, la Teoría Comunicativa de la Terminología, propulsado por la doctora María Teresa Cabré, presenta esta disciplina como componente de la comunicación especializada y que incluye, entre sus variados objetivos, la descripción de la situación comunicativa real, la explicación de los fundamentos cognitivos y lingüísticos que caracterizan a la comunicación especializada y el diseño de diferentes aplicaciones que respondan a las distintas necesidades terminológicas de los múltiples usuarios.

En realidad, actualmente, las bases de la teoría comunicativa se han ampliado para considerarla una interdisciplina, relacionada, por un lado, con disciplinas como la lingüística, la ontología y la lógica, cuyas bases teóricas le sirven de fundamento para constituir su propio campo de estudio, y relacionada, por otro lado, con disciplinas tales como la informática y la documentación para desarrollar sus fundamentos prácticos. Si bien esta interdisciplina tiene múltiples aplicaciones, a efectos de esta ponencia voy a resaltar dos de ellas: la representación y la transferencia de conocimientos siempre dentro de un campo bien concreto y definido de especialidad. ¿Por qué he elegido estas dos funciones o aplicaciones? Porque considero que a través de la representación y la transferencia del conocimiento especializado, según los lineamientos que propone la terminología, podremos intentar lograr una unidad de la terminología científica y académica dentro de la enorme diversidad de conocimientos existentes. Es decir: podremos lograr una unidad en la diversidad.

En particular, si analizamos la terminología desde la perspectiva de las ciencias científico-técnicas, podemos referirnos a ella como un conjunto de unidades de expresión y comunicación que permiten representar y transferir el pensamiento especializado de una manera particular. En terminología, a diferencia de lo que ocurre con la evolución natural del lenguaje en general, la existencia de conceptos dentro de un campo temático es anterior a la existencia de los propios términos. Es decir, se realiza un proceso onomasiológico que pasa del concepto a la denominación.

Los conceptos, que pertenecen a una estructura nocional de características particulares según las materias, se encuentran interrelacionados entre sí y en conjunto constituyen el sistema conceptual de una disciplina o actividad especializada. Dentro de este sistema conceptual los nódulos son, justamente, los conceptos, que están conectados por medio de distintas relaciones según el campo que se esté investigando y según cada situación particular de comunicación. A cada uno de estos conceptos se le asigna una denominación según la forma que utilizan los especialistas del campo para referirse a ellos. A medida que el campo de especialidad se va desarrollando y evolucionando, evidentemente se crean nuevos conceptos a los que se les asignan nuevas denominaciones. El hecho de estar trabajando dentro de un sistema conceptual permite que los conceptos nuevos que van surgiendo puedan definirse mediante la combinación de los conceptos antiguos y conforme a las relaciones que se han establecido entre ellos dentro del mismo campo. Es así que el sistema conceptual se va ampliando para acompañar el desarrollo de la especialidad objeto de investigación.

Una vez definido el sistema, y luego de un proceso de investigación, se elabora una definición clara y precisa para poder transmitir cada concepto con facilidad. Cabe destacar que una de las características esenciales de todo este proceso es que la definición tiene como base la estructura del sistema, y es por esto que los términos tienen un enorme valor de intercambio y se constituyen en una herramienta fundamental de transferencia y comunicación.

Luego de esta generalización y para corroborar mis afirmaciones, voy a hacer referencia a mi experiencia profesional. Por un lado, describiré la importancia que reviste la terminología para la tarea de la traducción y enfocaré el tema desde el punto de vista de un profesional de la lengua usuario de las herramientas y las aplicaciones que me ofrece esta interdisciplina. Por otro lado, haré una reseña de mi experiencia durante el desarrollo de la memoria que presenté para obtener el título de máster en Terminología otorgado por el Instituto de Lingüística Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en cuyo caso trataré el tema desde la perspectiva de un profesional de la terminología.

Terminología y traducción

Cuando me refiero a la relación entre la terminología y la traducción, no puedo dejar de considerar la documentación, ya que los fundamentos teórico-prácticos de estas tres disciplinas son eslabones esenciales en la transmisión de toda clase de conocimientos. Existe una interdisciplinariedad entre el trabajo de documentalistas, terminólogos y traductores que da cuenta de los avances tecnológicos y de los nuevos procedimientos de acceso a la información que inciden especialmente sobre el aspecto cualitativo de la tarea traductológica. Me permito citar a tres autoridades muy representativas dentro de las disciplinas mencionadas que, con la claridad que los caracteriza, confirman las afirmaciones que expongo. Dicen Consuelo García y Valentín García Yebra:

Desde el principio se recuerda que en las dos fases de la actividad traductora, además de un buen conocimiento de las lenguas enfrentadas, el traductor necesita documentarse sobre el tema tratado para lograr un texto de calidad excelente.1

Dice la doctora María Teresa Cabré:

(…) nadie pone en tela de juicio que la terminología es una pieza necesaria para el trabajo documental y que los documentos son imprescindibles para el trabajo terminológico. Ni tampoco que la relación que se establece entre la terminología y la documentación es de naturaleza bidireccional.2

La actividad traductora presenta dos fases bien definidas: una de ellas es la comprensión del texto original y la otra la capacidad para expresar en la lengua meta el contenido de ese texto con fidelidad. Tanto en la etapa de la comprensión como en la de la expresión, el traductor necesita tener un conocimiento preciso del tema tratado, objetivo que logra documentándose adecuadamente para poder recuperar de manera eficaz y precisa el conocimiento que desea transmitir. Desde esta perspectiva, la terminología técnico-científica se convierte en una herramienta fundamental para representar el conocimiento especializado dentro de los textos de especialidad. Se advierte en este caso una clara interrelación entre traducción, documentación y terminología.

Es bien conocida la importancia que reviste el tiempo en la tarea profesional del traductor. Por lo tanto, este debe ser consciente de que existen múltiples recursos documentales y terminológicos a los que puede acceder para satisfacer sus necesidades concretas de documentación e información, dentro de cada campo del saber, con la mayor rapidez posible. Así, documentación y terminología se unen una vez más para que el traductor, por medio de un producto terminológico bien constituido y estructurado sobre la base de documentos que reflejen la propia realidad conceptual, pueda acceder a la información que necesita dentro de los límites de tiempo que la profesión le impone.

En muchas oportunidades, la terminología de un texto, sea de especialidad o no, presenta dificultades de comprensión e interpretación. Las causas de estas dificultades son variadas, pero mencionaré dos de ellas que pueden evitarse fácilmente por medio de un producto terminológico bien constituido. Son múltiples las ocasiones en que se comete el error de tomar un término en forma aislada sin relacionarlo con otros que pertenecen al mismo campo o subcampo temático, y esto provoca una falta de precisión semántica que se traslada indefectiblemente al texto meta. También nos encontramos con el caso inverso cuando un término se asocia erróneamente a otro considerado afín con él, y esto provoca una falta de precisión léxico-semántica que se refleja en el texto traducido. Estas son otras dos situaciones en las cuales la terminología y la documentación demuestran su condición de indispensables para la tarea del traductor.

Lingüísticamente, las unidades terminológicas son unidades del léxico de una lengua que adquieren un sentido preciso dentro de un ámbito determinado de especialidad y que representan un concepto que forma parte de la estructura conceptual de dicho ámbito. En el caso de la traducción, resulta esencial comprender cabalmente el texto de la lengua de partida para poder trasmitirlo a la lengua de llegada con precisión y siguiendo los lineamientos que utilizan los especialistas del campo. Así, el traductor deberá tener los conocimientos suficientes para reconocer las unidades a las que es necesario prestar especial atención y dedicar mayor tiempo de investigación, ya sea porque no tienen un equivalente en la lengua meta o porque el equivalente que existe en la lengua meta no es preciso o abarca un campo semántico de mayor o menor extensión que el término original, o, incluso, porque la lengua original carece de una unidad lexicalizada para transmitir determinado concepto, mientras que en la lengua meta esa unidad lexicalizada ya existe y está aceptada por los especialistas del campo. Son estas algunas de las situaciones en las cuales la terminología se convierte en una herramienta esencial para la tarea del traductor.

Recordemos, una vez más, que entre los objetivos fundamentales de la traducción se encuentran la comprensión de los textos y la transmisión de sus conceptos a otra lengua de manera precisa y adecuada al nivel de especialización de cada texto y al modo real en el que se comunican los especialistas entre ellos. Recordemos, también, que entre los objetivos de la terminología se encuentran la descripción de los actos comunicativos especializados reales, la explicación del funcionamiento de la terminología en el lenguaje natural y la elaboración de aplicaciones terminológicas diversas que cubran las necesidades comunicativas, también diversas. De estas dos afirmaciones se puede concluir que la terminología, tanto desde su vertiente teórica como aplicada, resulta un recurso fundamental para la tarea traductológica.

Para que el traductor pueda resolver los problemas terminológicos que surjan durante su tarea de manera adecuada a cada tipo de situación debe observar, como mínimo, los siguientes requisitos:

  • Tener la capacidad de describir con claridad los diferentes problemas terminológicos que encuentre.
  • Conocer a fondo las fuentes de información y documentación más pertinentes para resolver el problema adecuadamente.
  • Tener los conocimientos necesarios para evaluar la fiabilidad de las fuentes de información y de las fuentes terminológicas que consultará.

Creo importante hacer un análisis un poco más detallado del primer punto, es decir, aclarar cuáles son a grandes rasgos los problemas terminológicos que pueden surgir durante una traducción. Pueden surgir problemas de tipo conceptual, en cuyo caso la solución la encontraremos consultando documentación adecuada o a especialistas en la materia. Pueden surgir problemas de tipo lexicográfico en aquellos casos en que no esté clara la relación entre una denominación y el concepto que le es propio, situación ante la cual se deben consultar fuentes lexicográficas plurilingües, bases de datos terminológicas y expertos que tengan conocimientos sobre textos plurilingües. Por último, pueden surgir problemas de tipo neológico, que se resolverán consultando a organismos de normalización que cuenten con la colaboración de expertos en la materia. En la resolución de estos problemas surge, una vez más, la terminología como pilar esencial de ayuda a la traducción.

Para concluir esta parte, voy a citar al doctor Heribert Picht quien, durante una entrevista que le realizamos con la Comisión de Terminología del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires en 2006, dijo:

La globalización abarca, aparte de muchas otras cosas, la comunicación profesional (sic) como uno de los pilares imprescindibles. Sin comunicación profesional no hay intercambio de ideas, resultados de investigación ni mercancías ni servicios de cualquier tipo (sic). Una parte central de cualquier comunicación profesional son las terminologías; sin ellas una comunicación profesional no puede tener lugar.3

Terminología y difusión del conocimiento

Como mencioné al principio de esta exposición, para ejemplificar la importancia de la terminología en la difusión del conocimiento haré una reseña sobre la memoria que presenté para obtener mi título de máster en Terminología. En mi actividad profesional dentro de la Fundación Ciencia y Salud, organismo dedicado a realizar tareas asistenciales y de capacitación profesional dentro del área de las Ciencias de la Salud, advertí que era indispensable cubrir una necesidad terminológica aún no satisfecha dentro del área de la Implantología oral. Sobre la base de la investigación desarrollada, describiré brevemente las características y las etapas propias de un trabajo terminológico.

Es reconocida la importancia que tiene la terminología en la difusión de la cultura en general y del conocimiento científico en particular. El conocimiento científico y la comunicación están íntimamente ligados, diría que presentan un vínculo indisoluble, ya que si los resultados de la investigación científica no se difunden adecuadamente, de nada sirve haber realizado tal investigación. El lenguaje científico es el instrumento principal de comunicación del conocimiento científico que se expresa a través de términos, cuya adecuada selección contribuye a la transmisión fiel y adecuada de las ideas y los conceptos. Como bien expresa Sager:

La eficacia de la comunicación científica desde este punto de vista, se basa en la presencia de la economía de expresión, de la precisión y de la idoneidad o adaptación total a las condiciones del receptor, requisitos independientes y que deben contrapesarse entre sí en función de la situación del mensaje.4

Justamente entre los objetivos del trabajo terminográfico o terminológico se encuentran estos requisitos que Sager menciona en la cita anterior: economía de expresión, precisión, idoneidad y adaptación a la situación comunicativa. Todo trabajo terminográfico tiene como objetivo proveer información y conocimientos para la comprensión de los términos que representan los conceptos clave presentes en todo acto comunicativo. Una correcta interpretación de estos conceptos conduce a la comprensión de todos los demás conceptos relacionados o derivados de ellos y que se encuentren en el mismo campo de investigación. Si los interlocutores conocen de antemano cuáles son esos conceptos clave y las relaciones que guardan entre ellos, la comunicación y la transferencia del conocimiento se verán facilitadas, ya que se llegará a un acuerdo con respecto al significado que les van a asignar para esa situación particular. En cuanto a la naturaleza de cada obra y a la forma de representar la información, ellas se adaptarán a las necesidades informativas y comunicativas que los motivan.

Todo trabajo terminográfico debe seguir una metodología determinada que incluye varias etapas que van desde la definición del trabajo hasta su publicación. Cada una de estas etapas, algunas de las cuales enumero a continuación, conlleva la toma de decisiones que condicionarán las características del producto final.

  1. Determinación del ámbito de conocimiento que se investigará; en este caso, la «Odontología» y dentro de ella la «Implantología oral». Cabe aclarar que siempre en terminología se trabaja en campos muy acotados y, por lo tanto, dentro del campo de la Implantología oral, elegí el tema específico de los «Implantes de carga inmediata», ya que no existía ningún recurso que pudiera resolver las inconsistencias léxicas con las que se enfrentaban a diario los especialistas.
  2. Determinación de los objetivos y las funciones. En lo que se refiere a la función lingüística de esta base, surgió la necesidad de crear un recurso descriptivo y bilingüe en español e inglés, ya que los profesionales interesados manifestaron que no existía ningún recurso similar dentro del campo. Fue así que decidí elaborar un vocabulario bilingüe español-inglés, descriptivo y específico sobre implantes de carga inmediata en Implantología oral elaborado desde el punto de vista odontológico con la finalidad de fijar la terminología necesaria para realizar tareas de investigación, docencia, traducción y redacción de documentos informativos relacionados con el tema.
  3. Definición de los destinatarios. Es fundamental en terminología respetar el principio de adecuación: cada trabajo en concreto adopta una estrategia en función de las necesidades terminológicas específicas del organismo o persona que encarga el trabajo y de los futuros usuarios. En este caso, los usuarios prototípicos del vocabulario son los especialistas, alumnos, pacientes y traductores de la Fundación Ciencia y Salud. Asimismo, el vocabulario pretende ser una ayuda para todos los profesionales que quieran realizar investigaciones científicas o redactar documentos sobre la especialidad.
  4. Definición de la denominación del producto. Existen diferentes productos terminológicos que pueden diseñarse. La denominación que elegí para este producto fue «Vocabulario sobre Implantes de Carga Inmediata» y para definirlo como vocabulario me basé en la clasificación que propone la Office Québecois de la Langue Française (OQLF) para los distintos tipos de trabajos terminográficos. Según este organismo, un vocabulario es «un inventario de los términos de un área temática que describe las nociones designadas por esos términos a través de definiciones o ilustraciones».
  5. Preparación del trabajo. Esta etapa abarca desde la estructuración conceptual hasta la selección del corpus de extracción de términos, siempre con el aval de los especialistas. Armé una estructura conceptual de setenta y cinco términos en ambos idiomas que, seguramente, seguiremos ampliando en el futuro.
  6. Elaboración de la base de datos. A pedido de la institución, la elaboré en Access, ya que es el programa que ellos utilizan en la institución y que les permitirá colocar la base en su página web.
  7. Supervisión y resolución de problemas. En esta etapa, los problemas relacionados con el campo de la especialidad, los resolví con la colaboración de los especialistas, y los problemas metodológicos referidos al corpus, la selección de términos y la estructura del campo los resolví junto con mi tutora, la doctora Rosa Estopá. Para destacar la importancia que reviste la terminología en la difusión adecuada del conocimiento científico, cabe mencionar en este punto que, en varias de las sesiones de consulta que mantuve con los profesionales, ocurrió que, al analizar junto con ellos el sistema conceptual, ellos mismos advertían que estaban usando denominaciones idénticas para designar conceptos diferentes o, en el sentido inverso, estaban usando denominaciones diferentes sin haber advertido que se referían a un mismo concepto.
  8. Edición del producto. El vocabulario está compuesto de 75 unidades terminológicas ordenadas alfabéticamente e incluye un índice de los términos investigados en cada lengua y los listados correspondientes de las abreviaturas, de la bibliografía básica y del corpus textual utilizados. Asimismo, se incluyen en español e inglés las estructuras conceptuales sobre la base de las cuales se elaboró el vocabulario.

A modo de conclusión, me permito afirmar que la terminología, como disciplina y práctica aplicada a los procesos de investigación y desarrollo y presente en todas las actividades humanas, resulta un recurso fundamental para la creación de proyectos concretos y de políticas lingüísticas que contribuyan a proveer los recursos lingüísticos necesarios para la comunicación y la transferencia de conocimientos como parte del desarrollo social, político y económico de los países hispanohablantes.

Termino con una cita de la doctora Cabré, en ocasión del X Simposio Iberoamericano de Terminología RITERM:

Compatibilizar los aspectos más técnicos y las aplicaciones tecnológicas con el reconocimiento de la trascendencia social y política de la terminología es la demostración del nivel de responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos por nuestras respectivas lenguas y países, y al mismo tiempo, una muestra del rigor del análisis, de nuestro anclaje en los datos reales y de nuestra discriminación de situaciones y soluciones en busca de la mejor opción en cuanto a adecuación y eficiencia.5

Bibliografía

  • Arntz, Reiner y Heribert Picht: Introducción a la Terminología, traducido por Amelia Irazazábal, María José Jiménez, Erika Schwarz y Susana Junquera, Madrid: Ediciones Pirámide S. A., 1989.
  • Cabré, María Teresa: La Terminología: Representación y comunicación, Barcelona: Institut Universitari de Lingüística Aplicada, 2000, p. 233.
  • La Terminología: Teoría, metodología, aplicaciones, traducido por Carles Tebé, Barcelona: Empúries, S. A., 1993.
  • Cabré, M. Teresa, Rosa Estopà, Judit Freixa, Judit; Mercè Lorente, Jaime Martí y Carles Tebé, «La enseñanza de la terminología en la traducción especializada: nuevas propuestas para viejos problemas», Terminología y traducción: un bosquejo de su evolución, Granada: Atrio, 2003, pp. 117-129.
  • Cabré, Teresa, Judit Freixa, Mercè Lorente y Carles Tebé: «La terminología hoy: replanteamiento o diversificación», Organon, Universidade de Rio Grande do Sul, 26, 2000, pp. 33-41.
  • González García, Consuelo y Valentín García Yebra: Documentación, Terminología y Traducción, Madrid: Síntesis, p. 11.
  • Picht, Heribert: «La terminología transporta el conocimiento profesional hacia diferentes lenguas», Revista del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, 76, Buenos Aires, noviembre-diciembre 2005, p. 10.
  • Sager, Juan C.: Curso práctico sobre el procesamiento de la terminología, traducción castellana L. Chumillas Moya, Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez-Pirámide, 1993.

Notas

  • 1. Consuelo González García y Valentín García Yebra: Documentación, Terminología y Traducción, Madrid: Síntesis, p. 11.Volver
  • 2. María Teresa Cabré: La Terminología: Representación y comunicación, Barcelona: Institut Universitari de Lingüística Aplicada, 2000, p. 233.Volver
  • 3. Heribert Picht: «La terminología transporta el conocimiento profesional hacia diferentes lenguas», Revista del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires, 76, Buenos Aires, noviembre-diciembre 2005, p. 10.Volver
  • 4. Juan Carlos Sager: Curso práctico sobre el procesamiento de la terminología, traducción castellana L. Chumillas Moya, Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez-Pirámide, 1993.Volver
  • 5. María Teresa Cabré: X Simposio Iberoamericano de Terminología, Montevideo, 2006.Volver